El putinismo fartusco del masismo
Hemos perdido la capacidad de escuchar. No sólo hemos dejado de prestar atención a las palabras, sino también a la actitud, a las formas, a las convicciones morales, a las preocupaciones y a las esperanzas que se encuentran detrás de los discursos sobre política pública, que busca – supuestamente- el bienestar de una sociedad. Se han extraviado las convicciones morales y el criticismo político. Ahora todo es una burda escenografía, hueca y absurda.
Cultivar la escucha activa – genuina - es hoy un imperativo moral y cívico. Escuchar al otro es más que oír sus palabras. Implica entender convicciones y actitudes que hay en nuestro interlocutor. Es una forma de respeto. Incluso si no estamos de acuerdo es menester abrir un espacio para el diálogo. Pero, al parecer, todos están amarrados a sus zapatos y enfundados en sus cintos........
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