Argentina bajo Javier Milei, ¿un país destinado a la catástrofe?
Es frecuente que los nuevos gobiernos gocen de al menos 100 días de luna de miel; tanto por al apoyo obtenido en las urnas, como por el beneplácito de una oposición obligada a acomodarse al nuevo contexto.[1] La prensa internacional, aguardaba expectante qué ocurriría con ese “ultraliberal que promete poner patas arriba a Argentina”.[2] Pero, ya antes de la investidura del 10 de diciembre, los más realistas le calculaban cien horas, en ningún caso 100 días.[3] Los más pesimistas preveían que el gobierno de La Libertad Avanza (LLA), de Javier Milei no tendría luna de miel.[4]
Eso apareció paradojal, porque, porque como destacaba eufemísticamente el periodista David Rieff: pese a su “personalidad extravagante, sus políticas radicales y su forma estridente de presentarlas”, el discurso de rupturista outsider de Milei encarnó la necesidad del cambio. Y es que Milei fue el candidato de los jóvenes enojados.[5] Además se “comió” la derecha tradicional y superó, ganándole con el 56,7% al candidato peronista Sergio Massa en el balotaje del 19 de noviembre.[6]
No obstante, tras esas dudas, se perfilaba claramente, el temor por la evidente impostura del discurso mileísta contra “la casta”. Porque, aunque se autocalificara de liberal libertario y anarquista del mercado, en realidad, como resaltaba Juan Luis González en su libro, “El Loco”,[7] la expeditiva trayectoria mediática y política de Javier Milei fue apadrinada por Eduardo Eurnekian, uno de los hombres más ricos de Argentina. Un comentarista en El economista, afirma que Milei no es un amante de la libertad, sino como un gobernante populista neoliberal autoritario.[8]
Ello no cuestiona que Milei se declare un cruzado “anticomunista”,[9] reivindicado por la ultraderecha mundial.[10] Por un lado, en su publicitado discurso en el Foro Económico de Davos,[11] Javier Milei acusó a los líderes de occidente de estar cooptados por el socialismo.[12] Por otro, uno de sus primeros gestos de política internacional, fue renunciar a la proyectada entrada de Argentina a los BRICS.[13] Además confirmó su alineamiento con Estados Unidos y su apoyo a la invasión de Israel en Gaza, anunciando el traslado de la embajada argentina a Jerusalén.
La motosierra de Javier Milei no es más que una versión más agresiva de la “doctrina de shock” neoliberal.[14] Argentina está prisionera de la deuda con el Fondo Monetario Internacional (FMI) firmada por el gobierno de Mauricio Macri en 2018.[15] Su plan es que para conseguir estabilidad económica hay que parar la inflación. Para ello, primero hay que desatarla, aunque ello haga sufrir al pueblo mileísta.[16]
Sin novedades, ese fue el resultado del ajuste con medidas de urgencia del ministro de economía Luis Caputo el 12 de diciembre. A fines de enero, la inflación se había disparado al 252,2% interanual.[17] Por su parte, la pobreza subió del 40 al 57,4%,[18] Lo cierto es que la recesión económica, los despidos,[19] empobrecen a todos, menos a la “casta”. Se avecina una nueva crisis inflacionaria en marzo o abril próximo.[20] Mientras tanto, Milei sigue hablando de inminente dolarización,[21] aunque ello terminaría con la soberanía monetaria argentina y profundizará el modelo extractivista y la propiedad extranjera de las industrias.[22]
Con poco más de dos meses de gobierno la situación es compleja: la justicia le ha cortado las alas con amparos y medidas cautelares contra su Decreto Nacional de Urgencia (DNU),[23] y su fundacional leyómnibus naufragó en el parlamento.[24]
Era evidente que el apoyo social era clave para un gobierno institucionalmente débil en el parlamento, sin gobernaciones ni intendencias.[25] Pese a que Milei se reclama del ambiguo sector de los “argentinos de bien”,[26] es evidente que desde su inicio tiene un muy alto índice de casta: siete de cada diez integrantes del gobierno de Javier Milei, son “casta”.[27] Por ello, la “calle” reaccionó prontamente: con cacerolazos,[28] piquetes,[29] hasta el Paro General del 24 de enero.[30] Y ello no sería sino que el comienzo. La Argentina de Javier Milei, parece destinada a las catástrofe y ya comienza a perfilarse en el horizonte el retorno del “helicóptero que trasladó a De la Rúa” en 2001.[31]
Las alternativas no son muchas. Por un lado la ministro de seguridad Patricia Bullrich aporta con la represión: estableció un protocolo “anti-piquetes”,[32] que fue denunciado por relatores de la ONU por criminalizar la protesta.[33] Por añadidura, restableció el protocolo de Chocobar, apodado “gatillo fácil”, que ella misma impuso durante el gobierno de Mauricio Macri.
Milei ha abandonado la idea de un plebiscito, percatándose del aumento de su impopularidad. Sin embargo, insiste en que va a “aplicar su programa con o sin el apoyo de la dirigencia política que destruyó nuestro país”.[34] Por el momento, el ejecutivo eligió la venganza contra las gobernaciones e intendencias, a quienes acusa del fracaso de la ley ómnibus.[35]
Mientras el gobierno boga a la deriva, la impopular casta política Macrista, se ofrece como salvadora para impulsar el proyecto neoliberal.[36] Un objetivo que no logró en su gobierno (2015-2019), lamentando haber sido demasiado gradualista.[37] Tendrá razón la izquierdista candidata Myriam Bregman que decía en octubre: Milei no es un león, es un gatito mimoso del poder económico.[38]
Veamos todo esto en detalle en el siguiente análisis elaborado con la información disponible.
El Presidente Javier Milei protagoniza un inicio de gestión traumático y de perspectivas complejas. Para su investidura el 10 de diciembre confirmó su voluntad de achicar el Estado, reduciendo el gabinete de 18 a solamente 9 ministros.[39] En su discurso insistió en que “no hay alternativa al ajuste y no hay alternativa al shock”.[40] La primera pata de la terapia de shock vino sólo 48 horas más tarde en voz del flamante nuevo ministro de economía de Milei, Luis Caputo. El mismo que Milei había criticado, por su rol de ministro de finanzas y de encargado del Banco Central del gobierno de Mauricio Macri.[41] No ha sido la primera, ni la última contradicción de Javier Milei.[42]
Las medidas de urgencia económica contra el déficit fiscal, anunciadas por Caputo, incluían una devaluación del peso, en 54%. Con ello, el dólar oficial subió de 400 a 800 pesos: la más mayor devaluación desde el presidente Raúl Alfonsín, en 1989.[43] El paquete, liberalizaba los precios de alimentos, servicios, combustibles y las importaciones; reducía los subsidios en Energía y Transporte; despedía funcionarios; suspendía casi completamente la inversión pública por un año (pauta y obra pública).[44] También, copió al menemismo y el macrismo, adoptando la decisión de intervenir los medios de comunicación públicos (Telam, Radio y Televisión SE entre otros).
La lógica tras las medidas de urgencia era combatir la inflación y producir una estanflación. Un enfoque surgido directamente de la caja neoliberal de herramientas monetaristas. Por ello, es que el Fondo Monetario Internacional (FMI) las saludo de manera entusiasta.[45] La terapia de shock catapultó la inflación, que pasó del criticado 140% interanual de noviembre, a un 252,2% de inflación interanual en enero, según informó el INDEC.[46] El aumento del IPC fue de 25,7% en diciembre y 20,6 % en enero. En octubre era del 8,3%.[47] Por su parte, la pobreza subió del 40 al 57,4% al 31 de enero de acuerdo a la UCA.[48] Por si eso fuera poco, se avecina una nueva crisis inflacionaria en marzo o abril próximo[49] e incluso una nueva devaluación del peso. [50] Como corolario, las medidas de urgencia,[51] empobrecen a todos, menos a la “casta”.
El Fondo Monetario Internacional (FMI) al que Argentina debe pagar 44 mil millones de dólares, preveía un crecimiento económico en octubre pasado. El 30 de enero corrigió su previsión a una recesión, con una fuerte contracción del orden de casi el 3% del PBI en 2024.[52] La más afectada es la actividad industrial con un derrumbe de más del 5,4% en diciembre respecto a noviembre y 12,8% interanual de acuerdo al Instituto Nacional de Estadísticas.[53]
La terapia de shock de Milei lleva la Argentina a la catástrofe.[54] Repite los fracasados planes del menemismo y el macrismo.[55] Ni siquiera favorece a los “argentinos de bien”.[56] Hasta la oposición gradualista criticó las medidas de urgencia. Por su parte, Myriam Bregman del Frente de Izquierda y Trabajadores (FIT) la calificó de motosierra “contra el conjunto del pueblo trabajador”,[57]
Javier Milei presentó el 21 de diciembre la segunda pata de la terapia de shock, el Decreto de Necesidad y Urgencia (DNU),[58] titulado “Bases para la reconstrucción de la economía argentina”.[59] Este DNU rige desde el 29 de diciembre de 2023.[60] Se trata de un megadecreto, de 83 páginas con 366 artículos que........
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