La pedagogía del opresor y la didáctica de la egolatría
El discurso del señor presidente, abriendo el año lectivo en el Colegio Cardenal Copello, dejó marcas muy claras, de quién es, de la reafirmación de su proyecto político y de cómo, desde una clase magistral, se adoctrina al alumnado.
El marco en el que habló a las decenas de estudiantes uniformados con la indumentaria de la institución y sus distintivos en remeras y buzos, también se encontraban presentes, además de las autoridades del colegio, la ministra de capital humano, Sandra Pettovello y el secretario de educación, Carlos Torrendell, entre otros personajes, además de Karina Milei, parada detrás del señor presidente, cual edecán, en la línea en la que se encontraban lxs estudiantes abanderadxs y escoltas (dos de lxs cuales sufrirían descompensaciones durante la exposición presidencial.
El saludo no fue más que un “Hola todos” con el tono grave de una oscura ronquera; en esa presentación se define como especialista en crecimiento económico para a renglón seguido caracterizar la asistencia social usando la metáfora, ya utilizada en otras ocasiones: “… dejar de darle pescado a la gente y enseñarle a pescar…”, lo que luego traduce como “… enseñarles a ser individuos, enseñarles a ser libres…”. Funesta concepción de la enseñanza, asociada al hambre y a diluir el pacto social de lo solidario en la noción de individuo, a la sazón, libre, para agregar que ese sería el objetivo del ministerio de capital humano.
Está más que claro, que para el señor presidente no hay concepto de sociedad, mucho menos de comunidad, porque sería aún más peligroso, puesto que se emparenta con el “comunismo”, que, en su concepción libertaria, muy emparentada con la de la dictadura genocida, hay que destruir.
En el imaginario presidencial, “regalar pescado es rémora de la esclavitud”, lo que asocia al recuerdo del pueblo judío y la esclavitud en Egipto (lo que nos llevaría al antiguo testamento y por consiguiente a la película estadounidense Los diez mandamientos -1956- con Charlton Heston y Yul Brynner; perdón por la digresión).
Y en ese marco, la propuesta pedagógica que les da a lxs estudiantes es “crear individuos libres para que se puedan auto solventar”. Otra vez la cuestión del individuo y la vinculación con el sustento, todo absolutamente fuera del contexto socioeconómico, al que solo califica como “pozo inmundo”.
Lo verdaderamente inquietante es eso de la “creación de individuos…”, porque si hacemos la cadena de la coherencia discursiva que viene sosteniendo el señor presidente, esa noción de creación solo puede estar dada por un creador, que en este caso que no se habla de arte, sí se emparenta con la noción de los 10 mandamientos de las míticas tablas de la ley de Moisés (Charlton Heston) y los “10 mandamientos” que el señor presidente dispuso como camino al espurio Pacto de Mayo. Las analogías son concluyentes sobre un nuevo modelo social y político, sólo que está lejos de la apertura de las aguas en la búsqueda de la mítica libertad del relato bíblico. El modelo propuesto en los mileinianos 10 mandamientos, profundizan las concepciones más reaccionarias de la economía y sumen a una porción mayoritaria de la sociedad a comer pescado podrido (en cualquiera de las interpretaciones que se quiera hacer).
Luego de los devaneos bíblicos y antes de comenzar su acotada historia sobre su paso por ese colegio del barrio de Villa Devoto en la Ciudad de Buenos Aires, aclara que no va a hablar como un marxista poniendo en su narrativa histórica cosas tales como la lucha de clases, sin ningún tipo de explicación al estudiantado que lo escuchaba en su pretendida clase magistral, el señor presidente comienza con su ingreso en primer grado en 1977 “a un año del golpe cívico militar, una de las partes más oscuras de la historia argentina, interpretado y reinterpretado…”, e invita a lxs estudiantes a que “lean con espíritu crítico los dos lados de la biblioteca”. El señor presidente obtura así su apreciación directa sobre la dictadura más sangrienta, saqueadora y genocida que haya tomado el gobierno del estado argentino y desliza con su sugerencia de “espíritu crítico”, la teoría de los demonios, obviando, también los juicios de lesa humanidad que todavía continúan en el presente.
Sin solución de continuidad y luego de varios “digamos” y “o sea”, hace comentarios por su admiración al arquero Ubaldo Matildo Fillol y de ese comentario, la elocuencia de su discurso recae en 1981, todavía la dictadura, José Alfredo Martínez de Hoz y su sucesor en economía, Lorenzo Sigaut, con su famosa frase, “El que apuesta al dólar pierde”, citada por el........
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