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La jueza que no se sabía vestir bien

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29.12.2023

Sonia Sotomayor

Mi mundo adorado

Traducción de Eva Ibarzábal, México, 2013

Editorial: Debate

Le dijeron que lo suyo era diabetes juvenil, diabetes de la que mataba niños incluso en los barrios adinerados de Estados Unidos. Sonia Sotomayor tenía siete años y solo el empeño del doctor Fisher en conseguirle espacio dentro de un hospital público del Bronx la salvó. Ahí entró muchas mañanas, a partir de las ocho, para que le analizaran la sangre con pinchazos en los dedos, para que le llenaran la cabeza de electrodos, para exponerla ante un grupo de médicos que la miraban con atención zoológica mientras su madre enfermera la acompañaba con miedo y su padre combatía en casa los demonios del alcohol.

Hay que ser muy ingenuo para no reconocer ahí el comienzo de una trama de superación personal y muy cínico para convertir el adjetivo “inspirador” en etiqueta peyorativa. En un mundo tan acostumbrado a la cursilería como único registro de la felicidad, las memorias de Sonia Sotomayor le recuerdan al lector que la historia de esa niña latina del Bronx que llega a ser jueza de la Corte Suprema de Estados Unidos es excepcional, pero no por eso una película de lagrimeo con Jennifer López en el rol más dramático de su carrera.

Los libros están hechos de sus pretensiones y Mi mundo adorado nunca quiso parecerse a Paulo Coelho. Muy temprano escribe la autora que su infancia fue normal en comparación con el entorno: ¿Padre alcohólico que muere joven? ¿Madre viuda/soltera que trabaja sin reposo para mantener a los suyos? ¿Primo drogadicto? ¿Abuela santera? Las familias del barrio eran bastante........

© Letras Libres


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