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El milagro de los bastones
Debutante en la comunidad de los que utilizan bastones —una característica ya frecuente de nuestro paisaje—, encontré al paso por las calles de Santa Clara mayoritaria bondad, además de la garra esgrimida de algunos «oportudorados».
La bondad no solo llegó en frases, sino también en hechos concretos, como ofrecer ayuda en el andar y consideración monetaria de transportistas ante el bastón esgrimido, con un «dame lo que puedas» o «monta, que va por mí».
Claro, a la caza estaban también los «oportudorados», que como me sopló el Bobo de Hatillo, timan si se descuida hasta al propio diablo, pero a esos es fácil mantenerlos a distancia cuando los sabes........
© Juventud Rebelde
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