La democracia y el odio
La lógica de la democracia es lograr acuerdos más allá de las legítimas visiones sobre “la vida buena”.
Desde hace un tiempo observamos estupefactos la degradación de la vida democrática en nuestro país. No es posible construir y fortalecer la cultura democrática en un país que pareciera tener divisiones irreconciliables. La lógica de la democracia es lograr acuerdos más allá de las legítimas visiones sobre “la vida buena”. La democracia es incompatible con los llamados discursos del odio. No estamos en presencia de una confrontación ideológica legítima y necesaria, sino en una permanente denigración personal del adversario político. Observamos con preocupación el aumento de discursos intolerantes, de desprestigio a veces brutal hacia los otros, lo que resulta estimulado por el acoso en las redes sociales.
De esta manera, pareciera ser que lo que es importante en la vida democrática es el desprecio hacia los otros. Se trata de desacreditar y descalificar a las personas con discursos altisonantes e intolerantes. Esto es más importante que razonar y deliberar sobre posiciones diferentes. De esta manera, la confrontación pareciera ser siempre más rentable que la cooperación.
Tal vez imperceptiblemente no nos percatamos suficientemente de que estos comportamientos horadan la convivencia democrática, denigran el auténtico debate de ideas que se expresa en diferencias políticas pero que, de ninguna manera, pueden alterar la esencia de una sociedad democrática pluralista.
Algunos parecieran creer que la democracia se basa solo en el conflicto y no........
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