El amor y la cocina
¡Aburrida estoy de oír que el amor entra por la cocina! Si eso fuera tan estricto a mí no me hubiera amado nadie porque en mi casa hay que atravesar tres habitaciones, un baño y un largo pasillo antes de llegar al área del fogón.
Para ir directo, Amor tendría que lanzarse en paracaídas en el patinejo o el patio central, y lo veo difícil porque el primero está enrejado y en el otro domina mi hermoso árbol de mangos bizcochuelos, que sí ha servido de anzuelo para pescar golosos, pero me queda claro que vienen por las frutas (también la prohibida), no por mis habilidades culinarias.
En fin, me precio de asegurar que esa regla tuvo muchas excepciones en mi vida, y cociné más éxitos sentimentales en la cama o el sofá de charlar que en la mesa del comedor.
Claro que de muy joven intenté hacer algo digno para ganarme el cartelito de “Ya te puedes casar”, pero mi herencia en ese aspecto por el lado materno se rompió cuando mi abuela empezó a trabajar de muy niña para cuidar a su madre inválida, y luego quiso hacer de su........
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