Todo lo que quedó atrás, por Gustavo J. Villasmil-Prieto
X: @Gvillasmil99
Ocurrió en alguna urbanización del Este de Caracas, una de tantas a las que nombraron “lomas” o “colinas” para marcarles distancia del “cerro” del Oeste, aunque topográficamente formaran parte de un mismo valle. En otros tiempos expresión vívida de la clase media emergente más vigorosa de este lado del mundo, hoy son apenas barrios desangelados llenos de desportillados edificios de apartamentos con pomposos nombres en inglés, cuando no de santos olvidados o de locaciones pintorescas: “Residencias Golden Place”, “Edificio Santa Petronila” o “Conjunto Residencial Camaguán”.
“Banlieues” desolados de los que se un día marchó la vida dejando atrás fachadas despintadas, estacionamientos llenos de carros cubiertos de polvo y jardines invadidos por el gamelote. Y sobre todo a gente, a mucha gente, con frecuencia ancianos débiles y sin fuerzas para lanzarse a la aventura de la migración.
El relato de mi paciente al término de la consulta me dejó congelado: los felices propietarios de algún apartamento de los tantos que se ponen a la venta en las devaluadas urbanizaciones caraqueñas, proceden un día a tomar posesión del recién adquirido inmueble tras una operación de compra-venta transada con sus anteriores propietarios – una sucesión cuyos miembros se encuentran fuera del país- a través de su apoderado. Los nuevos dueños llegaron seguidos del camión de mudanzas, listos para ocupar la vivienda.
Mayor fue su sorpresa cuando, arrinconadas en uno de los “closets” del apartamento, encontraron sendas urnas de madera, sin duda alguna contentivas de las cenizas de quienes lo habitaron antes. Alarmados, contactaron por vía telefónica a los anteriores titulares del inmueble........
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