El sueño de mi padre, por Gustavo J. Villasmil-Prieto
X: @Gvillasmil99
Foto: Prodavinci
«Salud para todos en el Año 2000». Así rezaba la consigna lanzada en 1978, año de la célebre asamblea general de la Organización Mundial de la Salud (OMS) reunida en Alma Ata, capital de la República de Kazajistán integrada entonces a la ya desaparecida Unión Soviética. La vuelta del siglo llegó y como tantos otros propósitos, tan preciosa meta nunca se cumplió. Ningún derecho tengo yo a juzgar, 45 años más tarde, a los hombres que todo lo dieron –juventud, vida y talentos– persiguiendo el sueño de la gran utopía sanitaria para Venezuela, entre otras razones porque mi padre, el doctor Humberto Villasmil Faría, fue uno de ellos.
Quiso la democracia venezolana, infectada ya por la ponzoña rentista de los tiempos de «La Gran Venezuela», darse un segundo aire a casi dos décadas de sus sonorosas victorias sanitarias de principios de los sesenta sobre la malaria, la tuberculosis, la mortalidad materna y la infantil. Victorias a cuya cabeza se situó el más sólido liderazgo civil jamás conocido en nuestra historia, que materializó tales hazañas al tiempo que, simultáneamente, resistía los embates de la subversión auspiciada tanto por la Internacional de las Espadas como por el castrismo.
Fue así como, en 1961, con un Rómulo Betancourt al que ni Fidel ni «Chapita» Trujillo lograron «renunciar» en la Presidencia y un Arnoldo Gabaldón el mando de las........
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