De pelabolas a ciudadanos, por Gustavo J. Villasmil-Prieto
X: @Gvillasmil99
“…el piso político nos lo da la gente pobre: ellos son los que votan por nosotros…Los
necesitamos así…hay que mantenerlos pobres y con esperanza”.
Jorge Giodani al General Guaicaipuro Lameda, c. 2012
“la integración a la economía de mercado y la contención del riesgo colectivista solo
será posible mediante la descongestión de la población, su desproletarización y su
descolectivización…”.
Wilhem Röpke. Los fundamentos morales de una sociedad civil, 1948.
La figura del “pelabolas” ejerció siempre una poderosa seducción en nuestra clase política, de espíritu históricamente anclado en la cultura de izquierdas. Conste que no estoy lanzando aquí una palabrota grosera con el fin de escandalizar a lector alguno, no: me autoriza a ello la Asociación de Academias de la Lengua Española (ASALE), de la que la muy querida Real Academia Española – la que “limpia, fija y da esplendor” a nuestra lengua- es principalísima integrante. En su Diccionario de Americanos, la ASALE define al “pelabolas” como “persona muy pobre, indigente”.
Hace ya un siglo que Leoncio Martínez “Leo” propuso en su “Juambimba” un arquetipo de “pelabolas” al que toda Venezuela le tomaría un cariño que hasta hoy perdura.
“Juambimba”, encarnación por antonomasia del “pelabolas” venezolano, no era tan solo un hiposuficiente como podrían haberlo sido un obrero alemán o inglés del primer tercio del siglo pasado. Su problema iba mucho más allá del carecer de ingresos mínimos para acceder a una canasta básica de bienes y servicios, pues es un hombre totalmente dependiente del favor y de la voluntad de otro para sobrevivir, un espíritu tutelado.........
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