Paradojas políticas en 2024
Según la Letra de los yorubas, este año viene bajo la égida de Elegguá, el que abre los caminos, y Oyá, reina de los cementerios y los vientos huracanados. Digamos, fuerzas encontradas que, lejos de disminuir, reafirman la índole contradictoria del mundo real y, en vez de simplificar, complejizan la visión sobre el futuro.
En tales condiciones no es extraño que el voluntarismo de varios políticos y el racionalismo lineal de algunos intelectuales converjan, cada cual a su manera, para oscurecer el presente y sobre todo confundir el ejercicio de predecir y la vocación de predicar. Como si examinar lo que ocurre fuera lo mismo que opinar y poner por delante los deseos de cada uno; como si no hubiera manera de elucidar dónde estamos y hacia dónde estamos yendo sin tomar partido de entrada.
En cambio, los sacerdotes de la Regla de Ocha, más modestamente, dan cuenta de lo que indican los oddun, en lugar de anteponer sus especulaciones y opiniones por encima de lo que dicen los caracoles.
Una simple inspección de ese tablero a gran escala que es el mundo actual revela lo que podría llamarse la paradoja de la democracia: mientras más se extiende su defensa como doctrina y bandera ideológica global, más grandes son las fisuras que emergen en su ejercicio práctico, incluso en los países tenidos por paradigmáticos.
En una antigua metrópoli colonial y modelo de democracia como el Reino Unido, el jefe de gobierno (no elegido por sufragio universal y directo, sino por su partido), él mismo hijo de inmigrantes ex-coloniales, no solo está abogando por cerrarles la entrada, sino por exportarlos, como si fueran desechos tóxicos, a Ruanda, un país africano caracterizado por su inseguridad y violencia.
La república que nació de una gran revolución, bajo el lema de Libertad, igualdad, fraternidad, y que antes conoció las guerras de religión más feroces de Occidente, ha experimentado conflictos de intolerancia, violencia religiosa y auge del racismo que alcanzan cifras récord, luego de un año de incesantes manifestaciones de calle en defensa de los derechos de jubilación, mientras el Gobierno se prepara para celebrar unos juegos olímpicos, como si tal cosa.
En la democracia considerada como la más vieja del mundo, la gente se concentra en su principal rito político: unas elecciones, que dividen a la población en dos mitades, en las que compiten un par de candidatos que se acusan de “comunista” y “nazi” respectivamente; es decir, de totalitarios.
Si fuera poco, uno de ellos, sujeto a varios procesos judiciales por más de 90 cargos (incluido incitar a la violencia contra los poderes establecidos), alcanza cuotas de popularidad asombrosas.
Lo último en América Latina y el Caribe, y también en EE. UU., es que la política se “judicializa”. En Perú, Colombia y recién en Guatemala, la Fiscalía, que se supone independiente como poder judicial, y el Congreso, dominado por la derecha, han entorpecido al presidente........
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