El “viandazo” infinito: lo que no debemos olvidar del pasado
“Viandazo” es un término de uso común, en especial entre las personas de mi generación. A diferencia del significado que le atribuye al término el Diccionario de Americanismos de la Real Academia de la Lengua Española (RAE), que lo define como “protesta laboral en la que los trabajadores se niegan a entrar en los comedores de las empresas y solo comen lo que llevan en sus “viandas” o recipientes”, en nuestro hablar común, en nuestro cubañol, la palabra tiene un sentido muy distinto.
“Viandazo”, entre nosotros, es una expresión muy utilizada para significar un hecho —golpe, choque, caída, conexión beisbolera, resultado adverso y sorpresivo, truene de puesto de trabajo o cargo, etc.— de gran magnitud, y casi siempre inesperado. Por ejemplo: “tremendo viandazo nos dio el Ordenamiento”.
“El viandazo” es también el título de una de las emisiones del Noticiero Icaic, dirigido por el gran Santiago Álvarez allá por 1989.
Se trata de uno de esos reportajes excepcionales, como “látigo con cascabeles en las puntas”, donde en apenas unos minutos se ponía de manifiesto la difícil situación de la producción y la distribución de viandas y vegetales en nuestro país. En una de las secuencias iniciales se hacía una especie de parodia de una de las respuestas más utilizadas para explicar/justificar los magros niveles de producción obtenidos. El típico burócrata, haciendo el paripé en pleno surco, responde a los periodistas que la baja cosecha se debía a la falta o........
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