España necesita un puñado de Cayos
Estamos en 1977, por primera vez en cuarenta años, los partidos políticos pueden volver a jugar a la fiesta de la democracia. Como bien indica el nombre, la función consiste en partir a la sociedad y luchar cada cual por llevarse la porción más grande.
Un negocio con mucha competencia donde se ponen en juego las ilusiones de la gente. Gana quien consigue más votos —y todo vale—. Se puede prometer la luna o el fin de las guerras en el mundo mientras suene creíble a oídos del cliente, eufemísticamente conocido como votante.
Éste es el ambiente que se respira en El disputado voto del señor Cayo, una divertida y entrañable obra de Miguel Delibes.
Unos profesionales de la política deciden visitar al señor Cayo para arrancarle su voto. Pero al poco de llegar a la aldea donde vive sólo con su........
© La Gaceta
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