El paro judicial
En un país en el que más de la mitad de la población es pobre, o tiende a serlo, el mandato popular debe interpretarse con mucho cuidado, pero, sobre todo, con honestidad intelectual y política. El mensaje es claro, la población quiere que se continúe completando el gasto de las familias con cargo a desordenados subsidios. Lo cual, no autoriza a pensar que los votantes mandataron el que se haga un saqueo, permanente e irresponsable, de las arcas públicas. Lo único que impulsó el llenado de las urnas fue el mantener en el poder a una opción que promete repartir, sesgada e interesadamente, los fondos públicos.
El electorado mexicano se ha caracterizado por tomar malas decisiones por más de 200 años, empezando, por las 11 veces que optó por López de Santa Anna, pasando por el mandato dado a Echeverría y a López Portillo, para después llegar a 36 años de neoliberalismo. Hoy, apenas refrendó un modelo que no ha acabado de rendir cuentas, pero que, claramente, es el menos exitoso, en materia económica y financiera, en los últimos 100 años.
Concluir que, a partir de un proceso comicial, el pueblo mexicano ha otorgado mandato para que continúe el saqueo en Pemex, la CFE o Segalmex, es un abuso discursivo que no soporta el más elemental análisis lógico. Es sacar conclusiones, a partir de la irreflexiva decisión de mantener en el poder a un gobierno pródigo, el cual, tras acabar con lo acumulado en el tesoro público en siete décadas, se ha determinado a desfondar toda reserva o fideicomiso destinado a sufragar compromisos a cargo de la administración pública.
Propalar la idea de que son 36 millones de votos los que quieren cambiar el modelo judicial, arranca decisiones que no estuvieron en la boleta, por más que se pretenda asumir que las masas quieren y aceptan lo que no conocen, ni entienden, como lo es la aberrante idea de elegir jueces, magistrados y ministros.
De haber sido así, tendríamos que abolir las consultas populares y la revocación de mandato, ya que en las urnas se habría entregado, por seis años, la capacidad omnipotente para tomar decisiones en cualquier orden y ámbito. Esto es, se postula que al elegir funcionarios, se renuncia a todo valladar en contra de la arbitraria acción de éste, sea presidente, diputado o senador. Sería llevar la representatividad recibida en las urnas a una ilimitada subrogación de la soberanía, sería abdicar a la originaria decisión constituyente de vivir en una república, así como de contar con el único mecanismo que permite a los ciudadanos gozar de garantías y derechos fundamentales, sí, prescindir de una fuerte y vigorosa división de poderes.
Los números y porcentajes registrados son producto del hambre, de la necesidad y de la miseria, en las que el sistema de partidos ha mantenido a los mexicanos, ilógicamente, proveyendo las condiciones que permiten a los responsables conservar el poder. Pero los ciudadanos no articularon el pasado 2 de junio una asamblea constituyente, sino un........
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