¿Soberanía energética o estatismo disfuncional?
Ha resultado muy caro para el país la falta de comprensión de conceptos básicos de administración pública. El haber encargado a políticos del pasado el realizar tareas de alta gestión productiva ha provocado la inhabilitación de áreas claves del Sistema Eléctrico Nacional. Así es, personajes que durante décadas han sobrevivido todo tipo de escándalos, montados en una obsoleta narrativa ideológica, fueron designados en puestos que no sólo requieren especialización técnica, sino que demandan obligadamente de experiencia en la materia.
Haber encargado a un personaje que, tras haber desempeñado labores de política interior, destinó una apabullante fortuna para hacerse de diversos puestos de elección popular, ha resultado un costoso experimento, construido éste, sobre una línea discursiva que no se sostiene en los hechos, y menos, en los estados financieros de la Comisión Federal de Electricidad.
Nos han conducido por un camino en el que, esquizofrénicamente, se ha introducido el concepto soberanía, donde, simple y sencillamente, no tiene cabida. La soberanía es un concepto milenario que, palabras más, palabras menos, establece que la autoridad política es única, es decir, que no admite otra igual o superior donde gobierna, esto es, que no existe un poder político igual, ni de mayor tamaño a ella, en el territorio en que se encuentra asentada.
Ello nada tiene que ver con la autarquía económica o capacidad de proveerse a sí mismo de los insumos, bienes o elementos necesarios para subsistir o abastecer suficientemente una necesidad económica, y, menos, con la capacidad de prestar un servicio, en un área a la que concurren diversos agentes económicos.
El gobierno ejerce las funciones que la Carta Fundacional le encomienda, de manera exclusiva, sin otra potestad que le iguale o le compita. En los estados totalitarios, de manera arbitraria, unilateral e impositiva, y, en los estados de derecho, observando los derechos subjetivos de orden público o garantías individuales, consagrados en el instrumento fundamental. Sin embargo, a quienes viven, y sólo han vivido el Erario, les resulta catártico aplicar nociones de control oficialista a todo, incluyendo actividades completamente ajenas a ellas, como lo son la producción y la comercialización de bienes y servicios.
Para quienes surgieron y se apoltronaron en puestos de autoridad política, es difícil, y en ocasiones imposible,........
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