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¿De qué tamaño es la deuda pública mexicana?

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02.02.2024

Al tiempo de hacerse un correcto dimensionamiento del efectivo valor de los activos de la banca mexicana, resulta oportuno conocer el estado real del apasivamiento, tanto público, como privado. Es ya innegable que la prudencia financiera no resulta cualidad distintiva de quienes están encargados de las finanzas públicas, dado que ellos han preferido guardar silencio, mientras los políticos festinan imaginarios avances.

En el sexenio anterior, al reformarse el marco jurídico de las grandes empresas del sector oficial, se dejó para después el dar solución al creciente problema de las pensiones. No solo ello, irresponsablemente, se dio la espalda a una creciente espiral del pasivo a favor de proveedores y contratistas gubernamentales. Esta administración, repudiando el texto vigente de la Constitución, emprendió camino para desandar lo avanzado en dicho sector, retornando a ya superados mecanismos monopólicos. Con ello, el sector oficial se mantuvo inserto en multimillonarios negocios, los cuales decidió adjudicar directamente, como se ha hecho por décadas.

En los últimos cinco años, los problemas de previsión social burocrática no sólo no se arreglaron, sino que se agravaron de manera acelerada, al aumentarse, año con año, el número de personas que se suman a las filas de las costosísimas pensiones que cubren las entidades públicas, a pesar de que ellas muestran niveles de ineficiencia inaceptables. Funcionarios y empleados, a la par de aviadores, engrosan permanentemente la fila de los premiados con retiros dorados.

El sindicato de Pemex ha logrado que un enorme número de personas no sean liquidadas, a pesar de que no son requeridas en ciertas regiones o actividades, generándose una absurda duplicidad, y hasta multiplicidad, de plazas. Todos cobran y se retiran. En esa entidad las reubicaciones frustradas son vicio laboral que ha tomado proporciones escandalosas. La redundancia es ya cotidiana en la petrolera, y no parece que se vaya a tomar decisión correctiva alguna.

Los cálculos actuariales pueden estimar el tamaño del boquete, sin embargo, nuestro mercado financiero no ofrece activos cuya rentabilidad pueda mantener la capitalización que pueda colmarlo. El patrimonio de los vehículos constituidos por el gobierno federal profundiza su deficiencia continuamente. El consejo de administración de Pemex ha sido omiso en establecer mecanismos que aligeren la carga, y que provean a un mejor perfil de desempeño de los fondos que, supuestamente, afrontarían los pasivos laborales, no sólo de previsión social, sino los de vivienda y otros conceptos derivados del contrato........

© Expansión


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