Policía del silencio
Medir los decibeles es un asunto sencillo, un trámite técnico, digamos, tanto como medir la temperatura ambiente. También parecen simples las regulaciones sobre el ruido que en Colombia existen hace más de cuarenta años. Estudios médicos y psicológicos han puesto límites para evitar daños a la salud física o mental. Leyes, decretos y resoluciones han tomado esos valores para organizar horarios, territorios y ruidos aceptables. Y hay sanciones que las autoridades deben aplicar cuando el sonido se convierte en bulla, según las normas. Es el tranquilo mundo de los instrumentos precisos y las regulaciones escritas, el silencio de los dispositivos y el papel.
Pero la realidad se despierta y las ondas comienzan a complicarse. Se acaba la unanimidad de las mediciones y el oído, ese órgano experto en subjetividades, encuentra que lo que para unos es escándalo, para otros es murmullo. Y muchos no tienen oído externo sino extremo y........
© El Espectador
visit website