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El negocio del odio
Algún día me convencí de que el amor era un negocio: yo te doy, tú me das, y de que tras aquella palabrita había cientos de cientos de intereses. Casi que todo era un interés. Había intereses bonitos, dignos, idealistas, elevados, e intereses mezquinos, arrastrados, rastreros y tramposos. Cada relación era una suma de intereses. Cuando me pregunté por el odio y los odios, concluí que eran el otro lado de la moneda. Que se odiaba como se amaba, y punto. Sin embargo, me quedé pensando en aquella premisa, y luego concluí que el odio también era un negocio: yo te odio, tú me odias. El odio fue un negocio desde los tiempos en los........
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