Carabineros: síntoma de una crisis
Desde que Chile se sumió en el proceso de grandes protestas mundiales en el año 2011, la centralidad de Carabineros de Chile avanzó al punto de terminar situándose en el corazón de la conflictividad social y política. Si esto ha sido posible, si se ha llegado al punto en que la policía parezca ser el epicentro de la crisis, solo puede deberse a una falla de base: en Chile la política no resuelve lo que ha de resolver y los procesos sociales chocan, ya no con la política, sino con la policía.
Por supuesto, de esa interacción (de ese choque) no puede salir nada fértil. Y es que, no siendo las fuerzas policiales deliberantes, no siendo un espacio de procesamiento de los problemas de una sociedad, entonces el fracaso político y democrático es explícito. En la policía choca y chocará lo razonable y lo delirante, sin distinción. Y mientras tanto, en un período determinado la ciudadanía explicitará sus resquemores y hasta su animadversión ante Carabineros de Chile, como ocurrió en 2019 (porque entonces los problemas eran de derechos sociales) y luego, en otro período (desde 2022 in crescendo hasta ahora), explicitará una lealtad pétrea a las fuerzas policiales (porque los problemas son de delincuencia y crimen organizado).
Si bien lo que expreso en el anterior párrafo es una mirada gruesa dentro del fenómeno, lo cierto es que estamos lejos de poder llegar a entenderlo en sus detalles. A pesar de lo sintético y esquemático del análisis de ese primer párrafo, debo decir (sin orgullo alguno) que lo redactado allí excede de manera notoria los estrechos límites de la discusión actual.
Se ha pensado que en forma de remedio es un coro de voces altisonantes lo que resolverá todo: si todo Chile unido apoya a los Carabineros, entonces nada de esto existirá.
Pero detrás de las muertes de los Carabineros en la provincia de Arauco hay un conflicto histórico. Y detrás de las grandes protestas a nivel nacional de 2011, 2012, 2016, 2018 y 2019, había serios problemas sociales y desequilibrios en los criterios de justicia social, que alimentaron una crisis que terminó donde siempre: en Carabineros.
Y detrás de la acción del crimen organizado hay errores compartidos, que incluyen a Carabineros de Chile, por cierto.
El síntoma es solo síntoma, la enfermedad es lo que importa
De un momento a otro nos encontramos con un país donde hay quienes creen que la gente con uniforme soluciona problemas. Y hay otros, muy distintos, que creen que la gente con uniforme son el problema. Ambas reflexiones son síntomas, no más que eso, de una falla profunda. Pero en esa falla el problema sigue creciendo.
Bajo estas reflexiones, las elites políticas son un coro: los defensores de los Carabineros, los críticos a los Carabineros. Unos no aceptan crítica alguna a las fuerzas policiales, otros no toleran reconocimiento alguno.
Por su parte, Carabineros de Chile (sus elites al menos) están en modo defensivo, solicitando incluso que el estado de derecho no valga para sus funcionarios (o al menos para los funcionarios que gozan del beneficio del alto mando).
Suenan los tambores de una amnistía a Carabineros. ¿La razón? En palabras de Carter: “Si de verdad le conmueve (al Presidente Boric) la muerte de carabineros en manos del delito (sic), no son necesarias tantas lágrimas, no son necesarios tantos abrazos, no son necesarias tantas declaraciones oportunistas, que hable a través de los gestos”. Y el gesto habría de ser la amnistía.
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