El presidente republicano George W. Bush gobernó entre 2001 y 2009. Su Administración estuvo marcada por acontecimientos que redefinieron no solo la política interna de EE. UU., sino también su rol en el escenario global. Desde una perspectiva conservadora, el legado de Bush presenta lecciones que deben ser cuidadosamente analizadas por la nueva administración que emerja de las elecciones de noviembre, y que las últimas encuestas confían a un Partido Republicano liderado por Donald Trump. El legado de Bush ha sido objeto de una crítica generalizada, inicialmente articulada por sus adversarios demócratas pero cada vez más compartida por su propio partido.

Su primer mandato estuvo marcado en su inicio por el ataque terrorista del 11 de septiembre de 2001 y en su final por la crisis financiera de 2007 y 2008, que desembocó en una Gran Recesión.

Uno de los elementos más controvertidos de la administración Bush fue la implementación de la Patriot Act en 2001. Esta legislación, aprobada en respuesta a los ataques del 11-S, otorgó al gobierno federal poderes extraordinarios para vigilar a los ciudadanos estadounidenses, con el objetivo declarado de prevenir futuros ataques terroristas. Desde una óptica conservadora, que aboga por la protección de las libertades individuales frente a la intervención estatal, está ley representó un claro conflicto entre seguridad y libertad.

Muchos conservadores vieron con recelo la expansión de la vigilancia gubernamental bajo la National Security Agency (NSA), que llevó a programas de monitoreo masivo de llamadas telefónicas y correos electrónicos de ciudadanos estadounidenses sin orden judicial previa. Esta intrusión, justificada en nombre de la seguridad nacional, erosionó derechos civiles básicos y creó una preocupante precedencia de intervención estatal que contradecía los valores fundacionales de libertad y privacidad, que ha permanecido desde entonces. Esto es algo contra lo que luchará una posible nueva........

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