Pujol
Siempre sospeché (y es una opinión muy personal) que Jordi Pujol tenía poca responsabilidad directa en el cohete de corrupción de su entorno y su familia. Generalizando y simplificando, hay dos tipos de políticos: los iluminados y los pragmáticos. De la estirpe de la primera salen los héroes y los dictadores. De la segunda, los que evitan males mayores, pero también los que meten mano a la caja. Pujol pertenece sin duda a la primera categoría. Fue además president de la Generalitat durante 23 años seguidos. Eso son 23 años sin saber cuánto cuesta un café. Una vez abandonó airado una reunión de su Govern para irse a no sé dónde, a tal velocidad que dejó atrás a asesores y chóferes. El único que consiguió seguirle el paso fue el escolta. Le alcanzó justo cuando Pujol acababa de parar un taxi. En estas va el president, se da la vuelta y le pregunta al Mosso: "joven, ¿usted lleva dinero?". Porque él, claro, no llevaba.
Por supuesto, incluso si es buena mi intuición de que Pujol no tenía responsabilidad directa en la máquina tragaperras que a su sombra funcionaba, indirecta la tenía toda. Que no es excusa, vamos. Él mismo lo reconoció tácitamente —otra cosa no le permitirían ni sus abogados, ni su orgullo— cuando renunció a los privilegios de expresident: la suculenta paga cienmileurista, el despacho, el coche, los asesores. Es el único ex de la Generalitat que ha hecho eso por ahora. Por cierto, ojalá cundiera el ejemplo, o por lo menos los catalanes nos quitáramos el vicio de cambiar de molt honorable cada año y medio, porque la lista de cesantes vivos y en buen estado de salud empieza a ser........
© Libertad Digital
visit website