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Contra el preso común

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23.10.2024

Ediciones de la Torre publica este libro colectivo en mayo de 1977. La portada es de Félix García y tiene 144 páginas. En la cuarta se puede leer: «Esta edición consta de 4.000 ejemplares, de los cuales una cuarta parte numerados del 1 al 1.000, por acuerdo de la Asociación Cultura y Derecho y Ediciones de la Torre, se venden para destinar su importe íntegro a colaborar en el sostenimiento de las organizaciones de presos comunes.» En la nota previa, firmada por Fco. Javier Álvarez García, Presidente de la Asociación «Cultura y Derecho», en la página 7, dice: «La Asociación ‘Cultura y Derecho’, de la Universidad Complutense de Madrid, organizó entre los días 21 a 25 de marzo, en la Facultad de Derecho, la ‘I Semana de Solidaridad con los Presos Comunes’. De las conferencias y coloquios desarrollados a lo largo de estas jornadas hemos extraído el material que presentamos en este libro.» La transcripción de la charla de Agustín García Calvo cierra el libro y tiene siete páginas. (De un blog dedicado a las publicaciones de Agustín García Calvo) Más información sobre el texto y el libro en el que aparece)

Parece que me toca hablar un poco de la figura del preso común. La figura del preso común, que más o menos considero equivalente a la figura del delincuente en la me­dida en que la Justicia ha tenido éxito con respecto al delincuente y lo ha encerrado. No sé hasta qué punto este tipo de exposición que puedo hacer ahora va a casar bien con el tema de la realidad jurídica de las prisiones que, en fin de cuentas, es una de las dos caras de la realidad de la vida en la cárcel. Esto sí que tiene algo que ver con aquello de los que principalmente querría tratar ahora.

Al mismo tiempo quiero aprovechar este discurso acerca del preso común o de su fi­gura para someter a reflexión, a consideración, todo lo que estamos haciendo aquí en esta Semana de Solidaridad, ayuda o defensa del preso común.

Me parece claro ahora que yo no puedo hablar a favor de o en defensa de los presos comunes, mucho menos del preso común. Pero ni siquiera puedo hablar en favor o defensa de los presos comunes: no puedo hablar de ellos. ¿Os imagináis qué quiere decir hablar a favor de defender a los presos comunes? La expresión lo dice todo. Puesto que el objeto de esta defensa y de este hablar son los presos comunes, quiere decir que esta defensa y este hablar los configura, contribuye a configurarlos, como presos comunes. Si yo defiendo a una persona que está allí dentro, y lo defiendo no por su nombre ni por lo simpático que cae, ni por ninguna otra cosa, estoy volviendo con este acto mismo a encerrarlo dentro de esa definición de la que los muros de la cárcel, en definitiva, no son más que la aparición un poco más externa. No creo, pues, que honradamente se pueda hablar a favor de o en defensa de. Si algo cabe hacer tendría que ser de una manera enteramente indirecta, es decir, hablando en contra. Esto, tal vez, sí es posible. Es decir, hablando contra aquello que hace, que fabrica, que define al preso común. La Ley, el sistema penal, el sistema social en general, la cárcel, el Estado. De estas cosas sí podría hablar, de estas cosas se podría hablar aquí. y hablar de ellas, automáticamente, querría decir hablar en contra de ellas. Porque se habla siempre en contra de aquello de lo que se habla, por eso tampoco debo hablar de los presos comunes; debo hablar más bien de la Ley, del delito o noción de delito, de la cárcel, etc. Eso que a veces se resume en palabras como «el sistema» o «el Esta­do».

Lo malo es que las manifestaciones de esta abstracción, el sistema o el Estado, son numerosas, multiformes, aparecen por todas partes y uno de los sitios donde aparecen es en el delincuente. Dentro del delincuente, en el alma del delincuente, como se de­cía en otros tiempos en que ese término no estaba tan pasado de moda.

Efectivamente, si viviéramos en un mundo donde la Ley, el sistema, el Estado, la noción de delito, la cárcel, pudieran estar exclusivamente fuera, nuestra cuestión se presenta­ría de una manera más clara y mucho más fácil. Lo que hace........

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