Cosas perdidas
Al terminar un año se acuerda uno de cuánto ha perdido, más que de lo que ha conseguido. Los balances recogen también las ausencias, los fracasos y los olvidos, a quienes hemos perdido y a quienes han perdido algo valioso, las catástrofes naturales y las guerras artificiales. El balance, la retrospectiva y la nostalgia son actitudes universales, que no se llevan a cabo solo en los finales de año, pero tengo la impresión de que nuestra mirada hacia atrás caracteriza particularmente a esta sociedad, que en muchos aspectos ha dejado de mirar hacia el futuro.
Nuestra descripción del mundo actual parece una relación de objetos perdidos. La historia va hacia delante, pero no hablamos más que de lo que hemos echado a perder: reducción de la biodiversidad, el final del orden mundial, daños colaterales, disminución de la confianza, pérdida del control sobre las tecnologías y el mundo en general, decepción de las expectativas, la esperanza y las ilusiones, prácticas o creencias que dejan de tener sentido, conquistas sociales a punto de perderse, disminución de las oportunidades, relaciones que se rompen, deterioro del patrimonio cultural, agotamiento de ciertos recursos naturales. La opinión pública olvida con demasiada rapidez a las víctimas y a los damnificados por una catástrofe, se apacigua la indignación sin haber desaparecido las causas que la originaron.
Incluso cuando surge algo nuevo es porque hace desaparecer a lo anterior, por........
© Deia
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