Contracrítica: El detalle revelador de Leila Guerriero
El periodismo narrativo es un paradigma que se ha validado en los últimos años. No es que sea algo nuevo, de hecho, proviene de los mismos inicios de la literatura moderna, pero en parte estamos viviendo un revival de esa modalidad debido a transformaciones que competen al consumo, a la percepción del papel de artista en la comunidad y a la cuestión de la crítica y su relación con la veracidad y los conceptos referentes a la responsabilidad social del comunicador. Ya el intelectual total, ese que era la conciencia de un país, no está de moda, cada vez existen menos quienes se adjudican ese papel. A la par, el periodismo informativo se está viciando y vaciando, en un proceso de pérdida de credibilidad multicausal que no parece tener fin. Tanto la literatura como la prensa son impactadas por corrientes nacidas en la estructura de los relatos y por ende han mutado hacia otros escenarios creacionales.
En ese punto hay que analizar la obra de autores que en América Latina le han dado a la crónica una vitalidad diferente en los últimos años. Desde Alberto Salcedo Ramos en Colombia hasta Martín Caparrós en Argentina ha habido una especie de renacer de la no ficción que apuesta —precisamente— por el relato en tiempos en los cuales la veracidad informativa está cada vez más cuestionada. El lector prefiere que le narremos un cuento en el cual el 80 por ciento sea real, aunque se le coloquen circunstancias de fábula y se le lleve hacia una tesis tendenciosa. A fin de cuentas, las notas informativas han demostrado que nos dicen también un relato y encima tienen la aspiración de ser puramente veraces, lo cual es una falacia.
Una de las voces que se ha impuesto en ese periodo de renacimiento de la narración dentro de las piezas del periodismo es la de Leila Guerriero, una escritora argentina cuya impronta está sobre todo en la construcción de atmósferas de tipo inmersión cultural, en las cuales lo significativo es el dato bien colocado. En libros como Plano americano o Frutos extraños, la autora nos refiere un conjunto de historias que se hilvanan a partir de su peso cultural o histórico. Allí están los perfiles de Ricardo Piglia y Roberto Arlt entre otras personalidades; lo cual nos lleva a reconstruir el panorama de la intelectualidad del Cono Sur desde un punto de mira a la vez íntimo y vivencial. Zona de obras, recientemente editado en Cuba, constituye un libro que para cualquier persona que estudie periodismo debería ser como una especie de manual.........





















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