Ojalá tuviera alumnos como ellos
Estimado director
Hace unos años, en una fría tarde de invierno, mi esposo y yo decidimos explorar la función “Sorpréndeme” de Netflix, esa plataforma en la que, a veces, se tarda más eligiendo que viendo. Así llegamos a La colina de las amapolas, una película japonesa ambientada en los años 60. Lo que parecía una simple historia de amor adolescente terminó cautivándonos por su profundidad, especialmente por una subtrama que resonó mucho con nosotros.
La película mostraba a un grupo de estudiantes de secundaria que se unieron para defender un antiguo edificio que usaban para actividades extracurriculares una real pocilga. Lo interesante no era solo su lucha, sino la manera en que se organizaban: debates abiertos, diferencias de opinión respetadas, y una visión común de justicia, democracia y respeto por su historia. Todo esto a pequeña escala, pero con una claridad admirable.
Al terminar, mi esposo, profesor de enseñanza media, reflexionó: “Ojalá tuviera alumnos como ellos”. Y no era un lamento vacío, sino una observación sobre cómo el pensamiento crítico, la organización libre de ideologías extremas y la pasión........
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