HÉCTOR TABARES VÁSQUEZ

No resulta muy ortodoxo entrar en el hurto a ojos vistos, como lo dice el refranero, pero no es posible resistirse a ello cuando lo acosan los sentimientos y las necesidades, particularmente en este caso especial, ante la angustia y la ansiedad como consecuencia del crecimiento de la humanidad y desde luego esa sensiblería y preocupación acerca de la insuficiencia de espacios para vivir y poder regodearse en los paisajes, cada vez más difíciles de apreciar. Es el raponazo al vallenato, a la canción de EMILIANO ZULETA, la muy agraciada y bella melodía “Una casa en el aire “. En ese afán de buscarle un lugar adecuado y originalísimo a su amada, nos lleva a pensar en que no resulta en medio de todo una utopía o una sola hipótesis, una simple metáfora porque en esencia y en un rasgo de originalidad, parecería querer enviar un mensaje o lanzar una brillante idea en aras de resolver una problemática, no solo de la época, sino también de muchos sectores, no otra diferente a la acumulación de pueblos y de gentes, hasta el punto de ya no caber en la tierra. En efecto, no en vano aparecen con frecuencia movimientos encaminados a protestar y a abogar hacia unas condiciones mejores de vida, de asentamientos decorosos para poder subsistir, renegando de la ausencia de una área idónea en dimensión y en extensión. Y es un acierto o real la afirmación relacionada y atada a........

© El Diario