Un mundo mal diseñado
Hace un par de años, cuando se debatía acerca del Acuerdo de Escazú, muchos nos opusimos a la ratificación de dicho acuerdo por parte de Colombia.
Quienes están acostumbrados a fijar posiciones basándose sólo en titulares, o en tuits, o sea, sin profundidad, sin análisis; y que no se cuestionan nada, evidentemente veían en quienes asumimos esa oposición a lo más llano y simplista: éramos enemigos del medio ambiente, éramos negacionistas del cambio climático, éramos extrema derecha y sólo queríamos explotar la naturaleza de manera rapaz… En resumen, éramos malas personas.
¿Quién puede estar en contra de cuidar y defender la naturaleza y los recursos naturales necesarios para la vida? Visto así, sin contexto, sin profundidad, sin criterio… sin ejercitar un mínimo las neuronas, de eso se trataba la discusión.
Pero la verdad, como siempre, no es tan simplista y ramplona.
La oposición se sustentaba en que lo que pretendía el Acuerdo, que era defender esos recursos, no aplicaría nunca para quienes efectivamente depredan el medio ambiente. La contaminación por la minería ilegal, por ejemplo, con mercurio en ríos; que era una de las banderas, pues se vigilaría y se velaría por su cumplimiento únicamente con las empresas mineras formales. Y ahí está el fondo del asunto.
Como en todo, los acuerdos terminan sin afectar a los que tenemos que “afectar”: a narcotraficantes, a los grupos al margen de la ley en general, a los que desplazan comunidades, a los que invaden bosques, a los que trafican con madera, a los que efectivamente vierten mercurio a ríos… En fin, el mundo, por lo menos en este aspecto, está mal diseñado.
En todo esto........





















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