Tras la victoria del PP en las europeas, el comité ejecutivo del PSOE aplaudió a Pedro Sánchez como si hubiera ganado por goleada: la realidad ha sido abolida por el gobierno progresista y ya no interfiere en el relato. Y el miércoles, nuestro triunfante caudillo invicto salió a anunciar las buenas nuevas.
Primero se pasó un ratito por el Congreso, con lo que le fastidia a él eso de mezclarse con los diputados rasos propios y ajenos, gentes indignas de su augusta y ya no tan hermosa presencia. Apenas estuvo allí 20 minutos, el tiempo justo para chotearse de Feijóo y culparle de la existencia del “señor Alvise” —por favor, que alguien le explique que Alvise no es apellido: o señor Pérez o don Alvise—, chotearse igualmente de Abascal —“lo peor de Sánchez está por llegar”— y escuchar a Rufián. Tras mostrarse muy impaciente por la lentitud con la que Sánchez está implantando la dictadura prometida en sus Cartas a los panolis, el jienense independentista hizo un brevísimo y acertado análisis en el que no quiso profundizar: la derecha avanza porque la izquierda no está atendiendo las necesidades del pueblo. Sánchez le riñó cariñosamente por haber dado la presidencia del parlamento catalán a Junts —como si él no fuera rehén de........