¡Vaya, ahora Junts es de derechas!

Admito que haberme enterado ahora de que Junts es un partido de derechas me ha supuesto una enorme incredulidad y decepción. Llegué a convencerme de que mis prejuicios eran erróneos, de que era un exponente de la ‘mayoría social de progreso’, de aquel “somos más” de Pedro Sánchez. Interioricé mi error y asumí que era un eslabón más de esa construcción progresista de una España plurinacional y modélica que, por supuesto, iba a gozar de una financiación solidaria en la que todos nos íbamos a sentir cómodos. Junts era hasta ayer un baluarte de la convivencia y la concordia, y de repente esta semana ya no lo es. Ahora Junts vuelve a ser la banda de meapilas usureros de la Convergència de siempre, esos clasistas de superioridad moral y ‘seny’ de alquiler que aprietan la pinza junto al PP y a Vox contra el sanchismo. Vaya.

Carles Puigdemont es un delincuente. Presunto. No un estadista. Su sitio es la cárcel. Pero en algo tiene razón, reconozcámoslo: Sánchez le concedió legitimidad y patente de corso, pero en realidad no tiene nada. A Puigdemont se le prometió el catalán en Europa. Nada. Una amnistía, y nada. La cancelación, humillación y desarticulación del Tribunal Supremo. Y nada. El ‘lawfare’ para el bueno de Pablo Llarena. Y nada. Una relación de exclusividad política forjada a escondidas en Ginebra con un relator… y Sánchez pacta un cupo a la catalana con ERC. Los cálculos de Sánchez fallan. Como si a Puigdemont le sirviesen como argumento unas obscenas reverencias genuflexas de Salvador Illa a Jordi Pujol y Artur Mas, o que........

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