Más besos, no menos

Una joven periodista de Vitoria, Laura Alzola, publicó hace poco un tuit en el que decía esto: “Que no vuelvan los dos besos a las mujeres en el ámbito profesional, por favor”. El asunto se ha difundido mucho. Yo no uso Twitter, pero me enteré gracias a un artículo de la escritora santanderina Nuria Labari, que lo citaba. Nuria está de acuerdo con Laura y lo explica así: “Basta ya de machismo en el trabajo. Saludar a las mujeres con dos besos y a los hombres con un apretón de manos es una forma de subrayar el género por encima del cargo o del criterio profesional en el entorno laboral. Y en este sentido, dar dos besos puede ser una forma de menospreciar a las mujeres por el hecho de serlo”.

Miren ustedes, a mí estas cosas me ponen muy triste. Sobre todo porque comprendo y, en buena medida, doy por bueno el argumento de estas dos mujeres. A ellas dos besos, a ellos un apretón de manos. Sí, es una costumbre idiota y discriminatoria, a poco que se piense. Pero la solución ¿cuál es? ¿Eliminar los besos? ¿Echarse para atrás o quitar la cara cuando te vayan a besar? ¿Poner gesto de enfado cuando alguien lo intente? ¿Seguro?

Los dos besos en la mejilla como forma habitual de saludo de los hombres a las mujeres (y de las mujeres entre ellas, ¿eh?) no es en absoluto universal. Se usa en España, Portugal, Italia, quizá la mitad de Francia y varios países de Hispanoamérica. No mucho más allá. La diferencia con el apretón de manos es antiquísima, pero se vuelve definitiva a principios del siglo XX: es cuando los medios de comunicación (singularmente el cine) cargan al beso, aunque sea en la cara, con un significado erótico que no siempre tuvo, ni mucho menos, y que va inequívocamente........

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