Uno de los principales pilares que sostienen el manicomio político español, es la fantasía de las ciudadanías. Es falso que existan otras ciudadanías además de la española, pero todo hace (los políticos, los medios de información, los libros de texto, el lenguaje gubernamental, ¡y hasta la Corona!) como si la española no fuese la única ciudadanía real. De esta manera fortalecen y legitiman la nefasta pulsión tribal y la sacralización del folklorismo, que es uno de los grandes enemigos de la nación española, la única que existe. España no vive bajo un régimen democrático, vive bajo un régimen de fantasías tribales.
Esas fantasías tribales, financiadas y sin cesar fortalecidas por los nacionalismos regionales, tienen consecuencias nefastas: la guerra contra gran idioma español, el cupo vasco, las embajadas catalanas, el adoctrinamiento de los niños españoles (todos los niños) nacidos en estas regiones más primitivas (lo tribal es primitivo, a ver si acabamos reconociéndolo), la imposición a los niños españoles de lenguas menores e inútiles (¿alguien podría explicarme para qué, salvo para alimentar el racismo nacionalista vasco, sirve el euskera?) y el adoctrinamiento cuyo objetivo es que “se sientan” catalanes o vascos o gallegos o........