Bastó una llamada para que quedara expedito el camino de Puigdemont hasta Barcelona desde su palacete de fugitivo de oro en Francia. Ya en la ciudad, esa llamada hizo posible que el prófugo, rodeado de policías, diera un mitin jaleado por sus seguidores más ferviente sin ser arrestado, como había dispuesto un juez. Pero qué digo arrestado, soltó su arenga antiespañola amparado y protegido por la policía tribal, regional y patriota. No digo que la llamada haya sido entre Sánchez y Puigdemont. No era necesario. Ambos, pero sobre todo Sánchez, disponen de un ejército de lameculos que se encargan de estas cosas.
Una llamada, digo, a manera de figura retórica. Pero. Una figura retórica cargada de evidencia. ¿En serio alguien puede creer de buena fe, o sin ser idiota, que el prófugo Puigdemont consiguió entrar, participar en un mitin político en medio de Barcelona, y volver a salir del país tranquilamente sin la connivencia y descarada complicidad del Gobierno de España? Toda la cháchara de Illa sobre los mossos, todas las monsergas de los mandos de los mossos, no es más que parte de la maniobra de encubrimiento oficial perpetrada por el sanchismo y su prensa oficial y lameculal.
La nacionalista policía regional y tribal, los llamados mossos, no........