Suelo, a veces, ver pornografía. A mí la pornografía siempre me ha parecido útil y benéfica, en la medida en que enriquece la masturbación, una actividad crucial en el descubrimiento del placer, relajante, placentera. Una actividad que puede mejorar el follar, si a los dos integrantes de la pareja les gusta usarla como afrodisiaco. No se puede vivir sin sexo. O sí, pero se vive una vida más pobre desde todos los puntos de vista. Una de las grandes tragedias culturales de nuestra especie proviene de la vinculación del sexo con la moral. Pero el sexo nada tiene que ver con la moral. Es una necesidad de nuestro ser orgánico, como comer. Cuando no la satisfacemos, nuestro cuerpo comienza a sentir hambre de sexo, de la maravilla de acceder a otro cuerpo, que deseamos y que nos desea. Si amamos ese cuerpo, la experiencia, según he constatado, será más profunda y gloriosa, pero no es necesario amar para que el sexo nos depare momentos de gran libertad y plenitud. La monogamia es contraria a nuestra naturaleza. Todos deseamos a otros y otras. Nos impele la evolución y la genética. Desear a la mujer (o al marido) del prójimo es normal. Quién no lo ha hecho.
La pornografía actual se ha empobrecido mucho, lamentablemente, todo en ella tiene un aire plástico y operado, mecánico y artificial, que desanima a Eros.........