Se apagan los ecos de la grotesca ceremonia de inauguración de los Juegos Olímpicos y quedamos a la espera, aterrados, de la ceremonia de cierre. Crucemos los dedos, no vaya a ser que se les ocurra representar una crucifixión woke con un Cristo con tetas. A la poca crítica, digamos gubernamental (lo políticamente correcto es entrar por los cinco aros), se han unido algunas voces que pretenden intelectualizar el desastre y ofrecer una coartada literaria, y hasta geopolítica (¡el que critique la ceremonia es de Putin, y trumpista!) a lo que fue un acta de rendición. No sólo francesa, de la cultura Occidental.
Que si Céline Dion, que si la moderación, que si la inclusión, que si la convivencia. Va siendo hora de que aprendamos que el culto a la moderación es una forma solapada de censura, un jarabe amansador, una sibilina táctica ideológica para mantenernos a raya. Para infectarnos de resignación. Ser moderado en Europa se ha convertido en sinónimo de vencido. La sumisión a la demencia woke y el terror a la llamada “comunidad musulmana”, es hoy la marca de agua de la cultura occidental. Si no comulgas con las políticas wokistas, mujeristas, negristas, musulmanistas y mutiladoras de niños, eres un fascista. ¡Fascistas!, van berreando las turbas lobotomizadas por las escuelas públicas, los........