En poco más de una semana hemos asistido al síncope de la icónica democracia americana y hemos visto las ruinas de la democracia española chapoteando en el trágico fangal provocado por la DANA. Difícil será que lleguemos a vivir un doblete semejante –la muerte súbita de Tocqueville y el jamacuco de la Transición— con la imagen del Jefe del Estado rehén de unos y otros complementado por la del presidente del Gobierno llevado en vilo por la escolta con el rostro desencajado. Difícil, ya digo, empeorar el presente tenso en que vivimos dentro y fuera de nuestras fronteras y prácticamente imposible imaginar una salida airosa para este gran país en manos de su atolondrado cuerpo electoral.
Hay práctica unanimidad en el elogio de los Reyes por su dignísima actitud. Y frente a ellos, un generalizado desprecio ante la imagen de un presidente que abandona el conflicto poniendo pies en polvorosa. ¿Cobarde? Creo que no se trata de calificar ese gesto porque, al fin y al cabo, como aseguran los medrosos, el miedo es libre. De lo que se........