Adiós mi España querida

Están a punto de caer las últimas defensas de la fortaleza. Lo contaba aquí esta semana Manolo Marín, relatando cómo los contactos habidos en agosto entre los dos bloques que componen el CGPJ (10 del PSOE y 10 del PP desde el 25 de julio) se han demostrado inútiles, incapaces de deshacer el nudo gordiano de la elección del presidente del organismo (y presidente a su vez del Tribunal Supremo) antes de que el próximo 5 de septiembre se celebre la Apertura del Año Judicial en presencia del rey Felipe VI. Felíx Bolaños, palanganero mayor, ha vetado el nombramiento de un magistrado curiosamente considerado de corte progresista como Pablo Lucas, un nombre que sería aceptado por los vocales de ascendencia PP, porque Bolaños, quiero decir el jefe de Bolaños, pretende acabar de un plumazo con esa mosca cojonera llamada independencia judicial nombrando para el cargo a una mujer, y no una mujer cualquiera, sino a una juez de clara obediencia socialista, la magistrada Pilar Teso. Marín la describe como una mujer “con una fuerte dependencia del presidente del Tribunal Constitucional, Cándido Conde-Pumpido, de modo que su designación sería interpretada como una presidencia del Supremo interpuesta, porque el auténtico presidente tras la cortina sería Conde-Pumpido”. En otras palabras, que con Pilar Teso al frente del CGPJ y del TS, Conde-Pumpido se convertiría de facto en presidente del Constitucional y del Supremo, y se acabarían los problemas para Sánchez. Y se acabó la fiesta. Conde-Pumpido se haría cargo de los 123 nombramientos a realizar en los próximos tres años en las Salas del Supremo, en los Tribunales Superiores de Justicia y en las presidencias de las Audiencias Provinciales.

Sorprende la rapidez con la que el sátrapa mueve sus peones mientras los españoles duermen la siesta a pie de playa. Asombra el descaro, la desfachatez con la que impone a sus fieles. Quiere que quede claro que es él quien quita y pone jueces. Por sus cojones. Que se sepa quién manda aquí. Tras años de resistencia numantina, el PP se ha dejado conducir, de la mano amiga de Von der Layen, al humilladero de un falso acuerdo en el CGPJ, cuya clave del arco es la presidencia (con voto de calidad) del organismo. El autócrata ha logrado lo que buscaba: pasar de un Consejo de 7 a 4 que le hacía la vida imposible, a otro paritario en el que los procesistas se encargan ya de bloquear cualquier iniciativa que incomode al césar. Y ahora llega lo bueno, el manotazo en la mesa: como en el caso del Banco de España, de la CNMV, de Competencia y de tantos otros organismos, Sánchez no quiere un independiente, ni siquiera un simpatizante, al frente: quiere un lamebotas, alguien que esté dispuesto a arrastrarse a su servicio. El Tribunal Supremo es el baluarte que sigue resistiendo tras seis años de avance de la dictadura de nuestro Maduro, pero las últimas defensas empiezan a ceder, de modo que en cuanto controle el alto tribunal, que puede ser cuestión de días, se acabó definitivamente la democracia española y entramos en otra cosa, entraremos en la dictadura personal de un sátrapa que, en minoría en el Parlamento y habiendo perdido las últimas generales, concentra más poder que nunca presidente alguno acumuló en España. Un tipo sin escrúpulos, tanto más peligroso cuanto que hemos visto las vergüenzas de su corrupto clan familiar, su corrupción, expuestas en plaza pública, de modo que, animal herido, arremete contra quien ose llevarle la contraria, convencido de que nadie puede pararlo.

¿Qué hará el PP a la hora de esta decisión crucial? ¿Terminará sirviendo a Sánchez en bandeja el control del CGPJ y del Supremo? Cerramos un........

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