Corrupción política y desaliento social
William J. Baumol (1922-2017), uno de las más grandes economistas del último siglo, preclaro merecedor de un premio Nobel que no llegó a recibir, publicó en 1990 un novedoso y atractivo artículo titulado Entrepreneurship: Productive, Unproductive, and Destructive” (1991), publicado en España como libro Mercados perfectos, virtud natural (1993); que es de utilidad días para analizar la lógica de la función empresarial.
Un exhaustivo y riguroso estudio antropológico de alcance histórico y planetario llevó al autor a sostener las siguientes dos tesis. La primera plantea que dentro de cada contexto cultural (incluida la religión) el número de emprendedores, u oferta total de empresarios, es una constante histórica. La segunda pone de manifiesto que, para una cantidad dada de empresarios, éstos se dividen en tres categorías: productivos, improductivos y destructivos; cuya distribución varía en todas las culturas con el tiempo y las reglas de juego que rodean a la empresa.
Si definimos a los empresarios como “aquellas personas con ingenio y creatividad para encontrar los cauces que acrecientan su propia riqueza”, el empresario productivo “baumoliano” es aquel que inicia nuevas actividades invirtiendo recursos económicos, crea empleo y, por tanto, riqueza dentro de un estricto marco legal y moral; en última instancia, el prototipo ideal sería el empresario innovador “shumpeteriano” arquetípico del capitalismo moderno.
La figura del empresario improductivo, o también especulativo, es aquella que, “merced a........
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