El otro día comentaba un contertulio en un programa de radio el gran interés con el que un sobrino suyo celebraba los actos de conmemoración de la muerte de Franco. Lo vivía como una gran novedad, como algo que se nos hubiera olvidado y que había que conmemorar porque nunca se había reflexionado debidamente sobre el asunto. He aquí una de las ventajas de la edad: yo he transitado esos 50 años –y alguno más–, y la muerte de Franco y lo que ocurrió después no me es ajeno. Al contrario, forma parte de mi experiencia personal.
Lo primero que es preciso preguntarse es: ¿Qué estamos conmemorando en 2025, exactamente? ¿Una muerte? De acuerdo con el objetivo declarado por el mismo Pedro Sánchez el pasado 10 de diciembre en el anuncio de la programación de los actos -llamados “España en libertad”-, se trata de "poner en valor la gran transformación lograda en este medio siglo de democracia y homenajear a todas las personas y a todos los colectivos que la hicieron posible", añadiendo que “esa victoria nunca es definitiva” y que “existe un peligro real de involución”. Además, “la involución crece allá donde se pervierte el sentido de una de las palabras más hermosas de la lengua española: ‘concordia’, porque no hay concordia cuando se equipara a víctimas con verdugos, cuando se perpetúan mentiras históricas o se pactan leyes con quienes son enemigos de la libertad y la igualdad”.
Pero a (casi) nadie se le puede ocultar que la magna serie de celebraciones no se........© Vozpópuli