«La confianza, cuando se ha resentido, hay que recuperarla»


Con esta frase se refería Feijoo a las dos administraciones competentes en el asunto de la dana y veladamente, de modo más específico, a su barón regional valenciano. Esto me ha hecho reflexionar, precisamente, sobre el concepto de confianza y su desaparición en la vida política, una de las claves para entender lo que está ocurriendo en nuestro país. La confianza es la hipótesis sobre la conducta futura de otro que se basará en su predictibilidad y regularidad. A su vez, esa confianza va a determinar nuestra propia conducta de un modo o de otro.

Tenemos confianza cuando cruzamos por un paso de cebra y esperamos que el coche que viene no nos atropelle; confiamos en que la persona que está en un establecimiento público con una bata blanca y nos va a operar es alguien que tiene los conocimientos y la ética necesaria para curarnos; que ese señor con uniforme reconocible situado en una esquina está a favor de la paz y la seguridad. El mundo se mueve por una confianza creada a partir de una predictibilidad y regularidad de conductas anteriores y de la enseñanza de nuestros padres, maestros y prescriptores en general.

Esa confianza es clave en el desarrollo de los países. En un libro que se llama precisamente La confianza, el bueno de Fukuyama, tan criticado precisamente por su confianza en que la democracia liberal era el fin de la historia, dice que las culturas con altos niveles de confianza generan organizaciones complejas y cooperativas, mientras que las culturas con bajos niveles de confianza dependen más de los vínculos familiares y tienden a formar estructuras empresariales pequeñas y limitadas. Según él, la confianza es una virtud........

© Vozpópuli