El 25 de Marzo de 1522, Ignacio de Loyola bajó de Montserrat y llegó a Manresa. Allí vivió durante once meses, que fueron fundamentales para el desarrollo de su vocación. Tanto es así que los jesuitas de todo el mundo hablan de “Ir a Manresa” para referirse al viaje al origen de su historia, vocación e espiritualidad. Fue también en la capital del Bages donde Ignacio tuvo la visión frente al río Cardener qué pasó a ser conocida como “la ilustración del Cardener”. Así nos lo cuenta el propio santo en su autobiografía: “Y mientras estaba allí sentado, se le empiezan a abrir los ojos del entendimiento. No es que viera alguna visión, sino que entendia y conocía muchas cosas con una iluminación tan grande que todas las cosas le parecian nuevas”.
Es curioso que, ya en el siglo XVI, un vasco escribiera sobre su experiencia mística en una ciudad catalana en un español tan sobrio como brillante por la ausencia de latiguillos y palabrería innecesaria. Entonces, como sigue siéndolo ahora, el español era la lengua con la que se entendían entre sí todos los españoles, sean Ignacio de Loyola o ya decayendo en categoría humana, y para........