Leyes

La democracia española es fecunda en inventos, casi todos diabólicos, pero imaginativos y con vocación de acabar en el repertorio de los clásicos más inmortales.

Ello quizás se deba a que nuestra democracia es adúltera porque se ha ido de picos pardos con los partidos políticos y estos, en noches de besos zaínos, la han dejado embarazada de las peores prácticas y de los más insidiosos tópicos.

Y es ahí, en esa coyunda llena de sobresaltos como ocurre en todos los adulterios, donde está abriéndose a nuevas fronteras.

La primera deriva de la debilidad del Gobierno al que se acusa de estar incapacitado para aprobar leyes. ¿Es esta una maldición? ¿Debemos lamentarlo? ¿Nos obliga a pensar en el suicidio? En absoluto, antes parece una bendición el hecho........

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