Feijóo y la manzana envenenada de la Justicia singular de Sánchez

Con ocasión de la conmemoración del X Aniversario de la Coronación de Felipe VI, el Palacio Real fue este miércoles el marco de una escena que merecería haber sido inmortalizada por el genio literario de Chateaubriand al ser análoga a la de 7 de julio de 1815 que narra en sus Memorias de Ultratumba. Con el trasfondo de la restauración monárquica con Luis XVIII tras la debacle napoleónica en Waterloo, Chateaubriand exponía su pasmo al entrever, en la antecámara del Salón del Trono, la sigilosa entrada del “vicio apoyado en la mano del crimen, Talleyrand caminando sostenido por Fouché”, esto es, dos regicidas que, tras auspiciar la decapitación del 16º Luis de los galos, se aprestaban a seguir mangoneando con el nuevo Borbón.

Así, el majestuoso alcázar madrileño, reedificado por Felipe V sobre el solar del almodóvar asolado en 1734, enmarcó un retrato de época sobre la degradación de las instituciones del brazo del vicio y la ambición que aúna Pedro Sánchez. En el curso del ágape por la efemérides regia, un fotógrafo captó la instantánea en la que Álvaro García Ortiz, el inidóneo Fiscal General del Estado, acusado por el Tribunal Supremo de desviación de poder y a punto de ser imputado por revelar datos de la pareja de Isabel Díaz Ayuso, cumplimenta solícito a Sánchez. A juzgar por la imagen, es la dicha del can jubiloso que regresa entre sus dientes con el objeto arrojado por su amo (su “puto amo”, que diría el ministro Puente) para poner a prueba su probidad. Agradecido, su dueño lo gratifica tomándole una de sus patas en un ademán cómplice al que se adhieren jubilosas la esposa del presidente, Begoña Gómez, imputada por tráfico de influencias, y la presidenta de las Cortes, Francina Armengol, ensombrecida por la adquisición de mascarillas sanitarias falsas, como jefa del gobierno balear, a la trama socialista del “caso Koldo”.

No era para menos el júbilo de Sánchez luego de que García Ortiz, tras fracturar la cúpula de la carrera, sacara adelante su pretensión de que la Fiscalía amparara la amnistía plena para los golpistas del 1-O en Cataluña contra el criterio de los fiscales del “procés” de excluir la malversación y el terrorismo. Aunque la resolución no fuera vinculante, a García Ortiz pareció irle la vida en una victoria pírrica en la que echó toda la carne en el asador incluido el voto anómalo de su antecesora, la exministra Dolores Delgado, al demorarse la ejecución de la sentencia del Supremo que la desaloja de la Junta de Fiscales de Sala.

Con tal reiteración en la iniquidad, se normaliza la sumisión del Ministerio Público a Sánchez después del escándalo por su estupefaciente: “Y la fiscalía, ¿de quién depende?… Pues eso”. Aquello que le endilgó a un aturdido radiofonista es hoy dogma........

© Vozpópuli