Veo máscaras, papá

El hombre de nuestro cuento, porque de un cuento se trata lo que está empezando a leer, tiene cerca de 90 años, esa edad en la que ya no extraña nada y no se espera otra cosa que el fin de esta larga tomadura de pelo que es la vida. Pero morirse no es tan fácil. La voz que habla por la radio está narrando “con todo lujo de detalles”, como dicen los periodistas, lo que ha pasado en Mocejón. Ya está todo claro, parece, piensa nuestro hombre. Cuanto antes, mejor. Mejor para las dos familias. La del niño asesinado, porque ha llegado a ese punto en el que ya no se puede sentir más dolor; la del chico que ha perpetrado el crimen, porque ya no habrá más días en vela caminando por el alambre.

La noticia ha roto la monotonía de estos días de este hombre nonagenario. La radio puesta, la televisión también. En la tele está viendo cómo ha quedado el coche del padre del joven. 'Asesino', le han escrito en el capó, con un clavo o un destornillador. Para que no se borre y sepa lo que ha hecho su hijo.

Entonces recordó la primera vez que Javier, su Javier, entró a un comercio y amenazó a todos los clientes que estaban dentro. La primera vez que su hijo empezó a obedecer las órdenes de unas voces lejanas que le decían lo que tenía que hacer.........

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