Desde que José Luis Rodríguez Zapatero, saltándose toda la tradición histórica y todos los procedimientos existentes en el PSOE desde su nacimiento, decidió separar la elección del secretario general de la del resto de la ejecutiva, los congresos socialistas, antaño tan duros que se decía que "uno sabe cómo entra el congreso, pero no cómo sale", se convirtieron en una especie de celebración de cumpleaños infantil, en la que, lejos de contarse las intervenciones críticas a la dirección saliente, lo que se contaba eran los minutos de aplauso al líder.
Eso sí, al menos con ZP alguna discusión ideológica menor se seguía manteniendo, las cosas como son.
Un modelo de cesarismo imperfecto que, tras la llegada de Pedro Sánchez al poder gracias a las primarias, se ha perfeccionado de tal manera que el en el actual PSOE, liberados ya de la engorrosa........