Más de un año después de que comenzara la investigación del ‘Caso Pegasus’, el espionaje a los teléfonos móviles de Pedro Sánchez y tres de sus ministros, el juez Calama, encargado de la instrucción, decidía archivar la causa en pleno arranque de la campaña electoral para el 23-J.
El juez, en el auto de archivo, dejaba varios recados al Gobierno de Pedro Sánchez y hablaba de “impotencia investigadora” para seguir avanzando, de falta absoluta de respuesta por parte del Gobierno de Israel, desarrollador del sistema de espionaje, y pedía a Moncloa que, si realmente el Gobierno de Sánchez quisiera que se desvelara quién estaba tras el espionaje, debía exigir por vía diplomática las respuestas a Tel Aviv.
Tras los resultados de las elecciones, y con Sánchez viviendo las mil y una noches en Marrakech, me temo que nos quedaremos sin saber quién estuvo tras el espionaje y qué extrajo de los móviles de Pedro Sánchez, Margarita Robles, Fernando Grande-Marlaska y Luis Planas.
De lo primero, quién, todos –en Europa, Francia y en la oposición española e incluso en los aliados sanchistas de Sumar o ERC- dan por hecho que fueron los servicios secretos marroquíes: se produjo casi al tiempo del espionaje a Macron, por el mismo sistema y demostrado, en el caso francés, que Rabat estaba detrás, y en una reveladora ‘causa-efecto’, se produjo después el inexplicable e inexplicado giro de Sánchez sobre la histórica posición española........