Y este es el punto en que me gustaría unirla con el pensamiento; sí, un pensamiento jíbaro que haga frente a la dominación de la violencia simbólica, o a la hegemonía que nos seduce hasta convertirnos en el eco de voces que no son nuestras.
La primera vez que oí la palabra jíbaro fue en los días de la infancia, cuando mi padre me hablaba de los perros jíbaros que rodeaban por las noches, con ojos que parecían candiles, el rancho de yaguas cerca del Palenque de Marea de Portillo, en un pedazo perdido de la Sierra Maestra.
Muchos años después, cuando crecieron la gramática, los estudios y los significados, supe que jíbaro es un animal montaraz y salvaje. Ahora sé que Jíbaro es también el nombre de un pueblo amazónico que echó raíces entre Perú y el Ecuador; y en Puerto Rico, jíbaros son campesinos rústicos que viven el orgullo de su identidad.
Es que jíbaro es una palabra difícil de traducir a otras lenguas, y trae en las entrañas........