En tu Birán natal, en una ceiba grande internada en el monte, una mano anónima escribió: “Gracias, Fidel”. La misma que te saludó, cuando entraste a Guantánamo; la que estrechaste en el Alto del Quimbuelo; te aplaudió, apretada, cada vez que viniste a esta tierra. La que te dijo adiós, desde el alma, y la que hoy hace, trabaja, alza, construye.
Así estás, a seis años de tu partida –de tu “siembra”- grabado en las paredes que no quisiste que nombraran en tu honor, en las escuelas donde se enseña la historia de la Cuba Libre que impulsaste, en las montañas donde el campesino, la mujer, el niño se empoderan, se alzan, crecen, estudian…
Regrabado, Fidel, en sonrisas y obras. Mencionado en presente. Tallado para siempre en el alma cubana, tan pródiga en talentos y hazañas, tan irredenta…, tan como tú mismo: rebelado siempre, a la familia, a la república bananera que conociste, a tu futuro de abogado brillante para convertirte en el revolucionario, el barbudo, el combatiente, el hombre mito.
Condenado irremediablemente al dulce recuerdo de un pueblo que te tiene entre las cosas más queridas, que atesora tus fotos y las pone al lado de la familia, en el sitio de honor, como un abuelo, un hijo o un padre. Que guarda cada momento y cada paso. Que se enorgullece de las calles que pisaste, y de haber continuado, puesto en práctica los sueños que tuviste, y fueron muchos: el Valle de Caujerí, el Poligráfico, la Voluntad Hidráulica…
Con los humildes, siempre. Recordado en los barrios sin necesidad de calendarios oficiales. Llorado cuando era imposible contener las lágrimas -en silencio la Cuba bullanguera al paso de tus cenizas- y honrado desde entonces, porque tu legado no es de ayer, sino de hoy, de mañana y de apremio: esta Revolución que nos dejaste, triunfante y viva.
Fidel: Siempre en presente
En tu Birán natal, en una ceiba grande internada en el monte, una mano anónima escribió: “Gracias, Fidel”. La misma que te saludó, cuando entraste a Guantánamo; la que estrechaste en el Alto del Quimbuelo; te aplaudió, apretada, cada vez que viniste a esta tierra. La que te dijo adiós, desde el alma, y la que hoy hace, trabaja, alza, construye.
Así estás, a seis años de tu partida –de tu “siembra”- grabado en las paredes........
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