De la China y de la Conchinchina

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Alguna vez, mientras estaba en campaña, el hoy vicepresidente de Estados Unidos afirmó que «los chinos tienen una política exterior de construir carreteras y puentes y de alimentar a los pobres», en contraste con su propio país, que perdía el tiempo «moralizando» sin obtener ningún resultado o beneficio concreto.

La frase, leída con atención, funciona como un inventario de ausencias en la política exterior estadounidense y, aunque vagamente, sirve para describir tanto lo que China ha hecho, como lo que Estados Unidos no ha hecho o, en el mejor de los casos, ha hecho a medias.

Durante casi un siglo de hegemonía, Estados Unidos sostuvo una presencia internacional continua, en buena medida a través de la «ayuda» humanitaria. Sin embargo, esa ayuda rara vez fue desinteresada, lo que equivale a señalar lo obvio, i.e., que más que ayuda se trataba de un instrumento de poder. O como les gusta llamarlo, de soft power.

Como se sabe, la «cooperación» estadounidense siempre ha estado acompañada de condiciones, lecciones políticas y expectativas claras de alineamiento y obediencia, todo diseñado para asegurar lealtades, abrir mercados y hacer negocios. En la visión estadounidense, la filantropía debe cerrar con un buen retorno de inversión.

Ahora bien, cuando esto no ha funcionado, la última carta siempre ha sido la intervención militar, el recordatorio........

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