Como cantara Mercedes Sosa la letra de J. Numhaauser compuesta en Suecia (1982) durante el exilio, todo cambia, nada es estático, tampoco las sociedades que algunos quieren ver quietas, inamovibles o cuando mucho involucionando. Pues, en Colombia podría estar le excepción si tomamos casos como la construcción del metro de Bogotá planteado como solución futurista desde 1940, hace 84 años y hoy sin cambios sustanciales después de 161 del primero puesto al servicio en Londres (1863). Pero aquí, entre la rubia y la morena continúa sin cuajar, en una quietud vergonzosa. Sin embargo, para 1915 ya había funcionando subterráneos y eléctricos 14 metros en Europa y EEUU y el de Buenos Aires (1913). Se trae esta fascinante historia paralela con el crecimiento urbano atropellador y masificador, para compararnos y advertir cuán quedados estamos, no obstante la golondrina que no hace verano con el constuído recientemente en Medellín.

El desarrollo de la solución metro para las ciudades atrajo proyectos afines con el ferrocarril, destinados a mejorar la movilidad interurbana, que entre nosotros sí presentó desarrollos entre los siglos XIX y XX; mentalidades de avanzada como la del general Solón Wilches, desde el Estado quisieron introducir variables para tratar de superar el país pastoril interconectando pueblos y océanos, con tan mala suerte y buena para otros, que llegado el automóvil y en competencia desigual con el transporte privado, solo se salvaron hasta el abandono total pocas líneas férreas que ahora tratan de recuperar.

Es traer un poco de memoria histórica acerca del tortuoso camino del transporte masivo en Colombia; de mayor a menor llegamos al intento reciente de organizar la movilidad urbana alrededor del SITM o Metolínea; pero otra vez la burra al trigo, resistentes al cambio social tampoco se produjo el esperado. Que si se liquida o se habilita con reingeniería, una vez superada la deuda de $5.000 millones; tristeza da ver hoy estaciones desvalijadas, dormitorios de habitantes de calle y mingitorios de ocasión. No fuimos capaces siendo un medio posible y funcional en otras ciudades; tal vez tratando de olvidar este fracaso, tratan ahora de impulsar la formación de un “distrito” (¿?) con B/manga como epicentro y sus alrededores ya en proceso de conurbación, contradiciendo la idea griega de la ciudad-estado que facilita la administración en pequeño, opuesta al gigantismo urbano que padecemos y a los estados polinacionales amplios, diversos y dispersos.

Por Libardo León Guarín

lileguar@gmail.com

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Opinion Cambia, todo cambia

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23.01.2024

Como cantara Mercedes Sosa la letra de J. Numhaauser compuesta en Suecia (1982) durante el exilio, todo cambia, nada es estático, tampoco las sociedades que algunos quieren ver quietas, inamovibles o cuando mucho involucionando. Pues, en Colombia podría estar le excepción si tomamos casos como la construcción del metro de Bogotá planteado como solución futurista desde 1940, hace 84 años y hoy sin cambios sustanciales después de 161 del primero puesto al servicio en Londres (1863). Pero aquí, entre la rubia y la morena continúa sin cuajar, en una quietud vergonzosa. Sin embargo, para 1915 ya había funcionando subterráneos y........

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