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Llegué a Bucaramanga hace 80 años de la mano de mis padres. En ese momento no sentí ninguna diferencia entre mi ciudad natal, El Socorro, y la capital santandereana: a mis ojos de niño, eran muy similares.

He tenido la oportunidad de ver con orgullo todos sus progresos y, con preocupación y tristeza, sus épocas de decadencia.

Durante mis años de infancia salíamos a jugar en las calles aledañas a mi hogar. A mi hermano Álvaro y a mí no nos bastaba estar en la casa: necesitábamos salir a jugar con otros niños, vivir muchas aventuras.

Y en realidad eran aventuras. Durante esos días, en Colombia se vivía la llamada “época de la violencia” y, tal como hoy, una bala perdida........

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